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Mejorar el menú electoral

Publicado: 2020-01-18

No hay que ser adivino para saber que en estas elecciones (2020) votaremos por congresistas (salvo algunas excepciones) que serán bastante parecidos a los que hemos tenido en las últimas tres décadas. Si revisamos rápidamente los perfiles de los últimos congresistas (2016-2019) encontramos que la gran mayoría de parlamentarios no contaron con las competencias requeridas para ser congresistas de la república. No pretendemos negar el derecho de todos los ciudadanos a participar en política, ni tampoco sostener que es necesario tener estudios especiales para contribuir al desarrollo del país. Lo que si podemos pedir (como electores) es que cualquier ciudadano que pretenda ocupar un cargo público deba contar con la preparación, experiencia y probidad suficiente para asumir con solvencia el cargo al que aspira.  

Actualmente urge combatir seis comportamientos bastante generalizados en nuestra política: la leguleyada, la improvisación, la anti política, la incompetencia, la argolla y la corrupción. Seis características políticas bastante típicas de muchos países en vías de desarrollo. Nuestros partidos no cuentan (salvo algunas excepciones) con suficientes cuadros políticos en todo el territorio como para llevar al próximo parlamento los congresistas que requerimos para avanzar rápidamente en nuestro desarrollo nacional. Por ello debemos mejorar el nivel de candidatos en todos los partidos políticos para que en el 2030 no sigamos teniendo el mismo nivel bastante mediocre de parlamentarios. El problema es que la mayoría de nuestra clase política se encuentra atrapada en una serie de comportamientos políticos corruptos que resultan sumamente nefastos para el país. El accionar de los diferentes partidos en las últimas décadas (como lo demuestra ampliamente el escándalo Odebrecht) pone en evidencia que muchos partidos estuvieron comprometidos en delitos como financiamiento ilícito, lavado de activos, tráfico de influencias, etc. Entonces, resulta sumamente importante aprovechar esta oportunidad para continuar limpiando nuestra clase política y nuestro sistema de administración de justicia.

Es bastante cómodo culpar a los ciudadanos de elegir los variopintos parlamentarios que hemos tenido los últimos tiempos, pero debemos recordar que los electores peruanos votan por el menú político que le proponen los partidos y los organismos electorales. El problema central es que este menú es prácticamente el mismo (solo cambian por lo general los nombres y los partidos). En esta campaña podemos observar como nuevos y no tan nuevos nombres de la anti política peruana (como Mario Bryce, Rosa Bartra, Martha Chávez, etc.) utilizan cuestionables estrategias electorales para persuadir a los votantes: insultando o descalificando con medias verdades a sus competidores. Este tipo de comportamientos deben ser castigados por la prensa y la opinión pública. Igualmente, los electores peruanos se encuentran bastante confundidos por el número excesivo de partidos que dificultan la clara recepción de sus propuestas políticas. Asimismo, la continua reproducción de prácticas caudillistas y clientelistas contribuyen a mediano plazo a frustrar a los electores peruanos. Pues, surgen muchas nuevas figuras políticas, pero pronto una parte de estas se ven implicadas en diversos delitos de corrupción. Lo que decepciona las expectativas ciudadanas y contribuye a aumentar la desconfianza de la población en su clase política.

Esta complicada situación electoral nos obliga a pensar nuevas formulas para ir corrigiendo los defectos de nuestro funcionamiento democrático. Sobre todo, aquellas que tienen que ver con la mejora de la calidad de la oferta electoral y el fortalecimiento de las capacidades de nuestras autoridades electas. La opción más conveniente en mi opinión es apostar por más democracia. Me explico. Nosotros llevamos aproximadamente cuatro décadas de aprendizaje democrático (desde la caída de la última dictadura militar). Esto nos ha llevado a experimentar diversos mecanismos que aseguran que nuestros ciudadanos decidan sobre nuestro destino colectivo a través de un sistema democrático representativo. A pesar del bajo nivel de la oferta electoral, estas elecciones del 2020 son una buena oportunidad para observar lo que significaría elegir a los congresistas en una elección aparte. Este proceso político, a pesar del bajo apasionamiento que está suscitando y sus altos costos económicos, permite que los electores presten más atención a la hora de elegir a los parlamentarios que llevarán al próximo Congreso de la República. Todavía no sabemos cuál serán los resultados de las elecciones del 26 de enero, pero es posible que los electores peruanos (si están bien informados por los medios de comunicación) sabrán castigar a los candidatos que representen a sus ojos la anti política, la incompetencia, la improvisación, la leguleyada, la argolla y la corrupción. Si esto ocurre quizás sea una buena oportunidad para pensar en mantener elecciones separadas para el parlamento o incluso implicar todavía más a los ciudadanos en la elección de otras altas autoridades. Tal vez estas elecciones nos brinden más luces sobre si es conveniente o no apostar por más consultas ciudadanas (lo que también contribuiría a fortalecer nuestra cultura política democrática) como una posible herramienta eficaz para continuar deshaciéndonos de tantas corruptelas institucionales.

Finalmente, es importante continuar fortaleciendo la calidad de la oferta electoral. La entrega del financiamiento a los partidos políticos que pasen la valla electoral es una buena política para fortalecer estas organizaciones representativas. A ello debemos quizás sumarle un robusto programa de becas que permitan que los ciudadanos que pretenden participar en política (a través de los partidos) puedan formarse convenientemente en el país o en el extranjero. Un programa sostenido de becas permitiría que los futuros pretendientes a cargos representativos en todo el territorio puedan cumplir con el delicado equilibrio de tener candidatos bien preparados (a niveles de los países más desarrollados) y al mismo tiempo que provengan de todos los sectores sociales y geográficos del país. Obviamente el tema de fondo es continuar aumentando las capacidades de nuestras autoridades electas, construyendo espacios para que los peruanos provenientes de todos los rincones del territorio puedan dirigir meritocráticamente los destinos nacionales. Tener una clase política más profesionalizada nos permitiría solucionar más solventemente muchos de nuestros graves problemas actuales (inseguridad, desigualdad social, educación, salud, justicia, desaceleración económica, etc.). Asimismo, nos permitiría ir mejorando la calidad de los ingredientes de nuestro menú electoral.


Escrito por

Gustavo Pastor

Phd en Estudios Políticos por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales (EHESS) de París.


Publicado en

Perumanta

Reflexiones sobre el Perú