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Los resultados electorales del 26/ 1 / 2020

Publicado: 2020-02-09

Es justo destacar que los electores peruanos votaron muy razonablemente en estas elecciones. Sobre todo, si se toma en cuenta el pobrísimo desempeño de nuestra clase política en los últimos años. El periodo 2016-2020 estuvo plagado de eventos que indignaron a la mayoría de electores: el enfrentamiento continuo de los poderes del Estado, la gran corrupción política ligada al escándalo Odebrecht, la grave crisis del sistema de justicia, el robusto avance de la inseguridad, etc. Todos estos lamentables hechos conectados al irresponsable comportamiento de la mayoría de nuestra clase política, condujo a que los peruanos demostraran una vez más su descontento a través del voto de protesta. Una forma de expresión que el electorado viene utilizando desde hace varias décadas para expresar su frustración ante la enorme desconexión entre los intereses de las autoridades y los problemas concretos de la mayoría de la población. De esta manera, los electores castigaron a los partidos asociados a la impunidad (Fuerza Popular, APRA, Solidaridad Nacional) y le dieron una oportunidad a los partidos que podrían encarnar alguna forma de ruptura con el pasado inmediato. 

La principal explicación de nuestra nueva distribución del Congreso debe encontrarse primero en la alta dispersión electoral. Los nueve partidos políticos que pasaron la valla electoral no obtuvieron en realidad muchos votos, sin embargo la cifra repartidora de cada circunscripción les permitió repartirse el total de la torta electoral. Otra explicación central que no puede ser minimizada es la fuerte voluntad del electorado por un cambio particularmente en la confrontación  y el blindaje político de los últimos cuatro años. Sin embargo, si esta voluntad de ruptura se analiza en una perspectiva histórica más larga, se pueden encontrar una serie de cambios y continuidades en esta última campaña electoral. Entre los principales cambios podemos observar que estas elecciones se realizaron en un ambiente de alta indiferencia, donde los votantes escogieron entre una mayoría de figuras políticas poco conocidas (pues la modesta franja electoral tampoco pudo brindarles mucha exhibición mediática). Finalmente, los electores terminaron premiando al Partido Acción Popular por haber mantenido en las últimas décadas un estilo bastante limpio de hacer política. Por su parte, el Partido Morado decepcionó en su debut político (como uno de los pocos partidos nuevos) al cometer una serie de errores que frenaron su dinámica electoral. Sin embargo, la verdadera sorpresa de la elección fue que el 23% de votos se repartieron entre tres agrupaciones políticas que ni figuraban dentro de los pronósticos de las principales empresas encuestadoras. Por un lado, Podemos Perú bajo el liderazgo del general Daniel Uresti obtuvo 8.25% de votos validos con un discurso prácticamente centrado sobre la seguridad ciudadana. Por otro lado, el FREPAP (8.31% de votos validos) y Unión por el Perú (6.83% de votos validos) obtuvieron históricos resultados que premiaron su arduo trabajo militante en diversas zonas del país, así como un discurso moral-religioso en el caso del primero y un planteamiento de medidas radicales en el caso de los seguidores de Antauro Humala. Todos estos votos sumados al alto porcentaje de ausentismo (25.3%), de votos nulos (16.93%) y votos blancos (2.35%) dejan claro que existió un contundente voto de rechazo ante el actual elenco político peruano (67.9%).

Entre las principales continuidades destacan el hecho que seguimos en el reino de lo que Levitsky y Zavaleta han llamado “coaliciones de independientes”. Es decir un comportamiento tránsfuga de muchos políticos peruanos que buscan sobrevivir a través de alianzas políticas con diversas plataformas electorales ad hoc. En segundo lugar, los pésimos resultados de la clase política peruana en la resolución de los principales problemas del país, contribuyen a la insatisfacción de la población ante la imposibilidad de sacar al Perú de su subdesarrollo económico, político, educativo y social. Lo que lleva a que los electores opten por empoderar a algún candidato que logre encarnar su protesta y desazón democrática. Otras continuidades se encuentran también en comportamientos electorales bastante recurrentes como la fuerza del voto de centro, la persistencia de un voto duro de la derecha fujimorista, el buen desempeño electoral de Alianza Para el Progreso, así como un sólido voto de algunas opciones de izquierda en buena parte del sur, etc. Por último, otra continuidad que debe destacarse es nuestra estructural deficiencia de la calidad de la oferta política de los partidos políticos, lo que pronto será apreciada claramente por el bajo nivel de competencias de la mayoría de nuestros flamantes 130 congresistas.

En resumen, estas elecciones parlamentarias 2020 - a pesar de sus inesperados resultados - son claramente un avance para la democracia peruana. Primero, hemos experimentado por primera vez la disolución constitucional del Congreso por parte del Ejecutivo, lo que posiblemente moderará el comportamiento abusivo de los próximos Congresos obstruccionistas. Segundo, estas elecciones permiten evaluar lo que significa elegir congresistas en elecciones aparte, favoreciendo el surgimiento de nuevos liderazgos políticos, así como poniendo a prueba nuevas opciones electorales, permitiendo también más detenimiento al escoger los futuros congresistas, etc. Tercero, estas elecciones permitirán igualmente relanzar el debate en torno al renuevo del parlamento por tercios, lo que podría reducir los niveles de corrupción, aumentar los niveles de transparencia en torno a las candidaturas, mejorar la relación de representación de la población con el Congreso, etc. Finalmente, estos resultados electorales probablemente sirvan como un desfogue de los altos niveles de descontento social en contra de nuestra clase política nacional (particularmente por el avance del enfriamiento económico y la inseguridad ciudadana). Por ello, estas elecciones son un buen pitazo de alarma sobre nuestro estado político actual, resultados que podrían repetirse en el bicentenario, si nuestra clase política no escucha con mucho cuidado el claro mensaje que le han enviado los electores peruanos.


Escrito por

Gustavo Pastor

Phd en Estudios Políticos por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales (EHESS) de París.


Publicado en

Perumanta

Reflexiones sobre el Perú